Madrugaba el conde Olinos,
mañanita de San Juan,
a dar agua a
su caballo
a las orillas del mar.
Mientras el caballo bebe
canta
un hermoso cantar:
las aves que iban volando
se paraban a
escuchar;
caminante que camina
detiene su caminar,
navegante
que navega
la nave vuelve hacia allá.
Desde la torre más alta
la
reina le oyó cantar:
-Mira,hija, cómo canta
la sirenita del mar.
-No
es la sirenita,madre,
que esa no tiene cantar;
es la voz del
conde Olinos,
que por mí penando está.
-Si por tus amores pena
yo
le mandaré matar,
que para casar contigo
le falta sangre real .
-¡No
le mande matar, madre;
no le mande usted matar,
que si mata al
conde Olinos
juntos nos han de enterrar!
-¡ Que lo maten a
lanzadas
y su cuerpo echen al mar!
Él murió a la media noche;
Ella,
a los gallos cantar.
A ella, como hija de reyes,
la entierran en
el altar, y a él,
como hijo de condes,
unos pasos más atrás.
De
ella nace un rosal blanco;
de él, un espino albar.
Crece uno,
crece el otro,
los dos se van a juntar.
La reina, llena de
envidia,
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
no
cesaba de llorar.
De ella nacería una garza;
de él, un fuerte
gavilán.
Juntos vuelan por el cielo,
Juntos vuelan par a par.
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